viernes, 24 de febrero de 2012

La perversión del lenguaje en los spots de bancos y cajas

Durante 2011, más de 1.500 proyectos de spots bancarios, un 18,5% de los presentados, no llegaron a emitirse o fueron modificados antes de su emisión, al considerar los organismos reguladores que podían inducir a error al consumidor por ser publicidad engañosa. A continuación, algunas de las mejores ‘perlas’ lingüísticas usadas en las comunicaciones de bancos y cajas. ¿Lo más peligroso? Que algunas ya nos suenan hasta normales…

“La publicidad no deberá constituir nunca un medio para abusar de la buena fe del consumidor” y “La publicidad no deberá ser engañosa” son 2 de las normas recogidas en el código de conducta publicitaria de Autocontrol, la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial, autora del estudio que ‘tumbó’ 1.503 anuncios en 2011 por infracción de estos y otros principios (de legalidad, protección de menores, publicidad denigratoria, incitación a la violencia…).

El estudio no detalla cuáles fueron estos anuncios ni quiénes sus ideólogos. Sin embargo, cualquiera puede ver todos los días anuncios en televisión, prensa escrita e internet cuyas palabras no están escogidas precisamente para revelar la verdad:

“Pagarás menos” son las palabras con que iBanesto define a su Hipoteca Azul. Teniendo en cuenta que han subido el interés 2 veces en las últimas 2 semanas y que hay en el mercado varias hipotecas más baratas, esta frase no es cierta desde ninguna perspectiva, como no sea que se refiera a que pagaremos menos de lo que pagaremos en el futuro.

“Alta rentabilidad”, según ING, es el 1,20% TAE (1,19% TIN) que ofrece la entidad con su Cuenta Naranja Mini. Aún puede verse en su web, la misma en que ofrece su Cuenta Naranja al 3,30% TAE sin tanto pedestal lingüístico.

“Superinterés”, según Banca Cívica, es un 2,86% TAE a 24 meses. Con traje de superman en la foto y todo, cualquiera que no esté enterado de que los depósitos a plazo fijo de febrero 2012 pueden rentar hasta un 5% TAE, puede pensar que un 2 y pico es lo máximo en rentabilidad.

La Cuenta Fácil de Bankia “te ofrece la posibilidad de obtener una liquidación trimestral de intereses”, según su anuncio en internet. Una genialidad si tenemos en cuenta que los intereses de esta cuenta son del 0,0% TAE.

Pero esta perversión del lenguaje no solo se encuentra en anuncios concretos sino que invade la manera, cuanto menos surrealista, en que el sistema bancario al completo pasa a denominar determinados productos o fenómenos. Y para muestra, 3 botones:

Participaciones preferentes: a muchos clientes se las ofrecieron explicándoles que eran solo para “clientes preferentes”, cuando en realidad se llaman así porque en el orden de cobro si el banco quebrara, estos clientes tienen preferencia respecto a los accionistas de la entidad emisora. Solo respecto a ellos. Es decir, serían los penúltimos en cobrar, detrás de todos los demás: bonos, pagarés, cuentas, cédulas hipotecarias… Eso es preferencia, sí señor.

Interés mínimo de la hipoteca: ¿a que parece que nos estén dando un interés muy bajo? Pues en realidad se trata de la temida cláusula suelo, es decir, del interés que pagaremos como mínimo durante toda la vida de la hipoteca, se ponga el Euribor como se ponga.

Liquidez diaria de un producto de inversión: lo último en eufemismos bancarios. Lo primero que vamos a pensar es que el banco nos devolverá todo lo invertido el mismo día en que lo necesitemos, como en casi todos los depósitos. Pero resulta que así llaman ahora al hecho de que en un –cualquier– producto de inversión que no sea un depósito a plazo fijo (pagarés, bonos, participaciones preferentes…), podamos vender los títulos en el mercado secundario cualquier día que queramos. Por supuesto pero ¡a riesgo de perder parte del capital y de no encontrar comprador! ¡No es lo mismo que ir al banco y recuperar simplemente el dinero un día cualquiera! En resumen, según cómo te vaya en la feria, puedes perder la liquidez y no ver lo que quede de tu inversión ni hoy ni nunca. Si no, que se lo pregunten a los miles de dueños de preferentes de la Caixa, de las que según esa lógica también se podría decir que tienen ‘liquidez diaria’.

Los ejemplos son innumerables y ni siquiera hemos hablado de esos anuncios de televisión con letra demasiado pequeña pasando a toda velocidad a pie de pantalla. Pero el cometido de este artículo era sobre todo hacer notar el derrotero que está tomando el lenguaje bancario y hacer hincapié en que usar palabras con una connotación muy clara para toda la población (preferente = bueno; mínimo = poco) para definir circunstancias de características bien contrarias, debería ser tan penalizable por ley como los anuncios fraudulentos. Se trata, simplemente, de una nueva manera de faltar a la verdad.

Vía Gurusblog

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