Los españoles gritan y gesticulan al hablar, pero eso no es señal de arrogancia. No le guiñes el ojo a un turista de Hong Kong. Evita el contacto físico si viene de la India... Puede parecer un catálogo de tópicos pero es una guía para que los londinenses no metan la pata durante los Juegos Olímpicos de 2012 y el Reino Unido mejore posiciones en la tabla que mide la calidad de la bienvenida que 50 países dan a sus visitantes.
España está bien colocada: cuarta, empatada con Nueva Zelanda y solo superada por Canadá, Italia y Australia. Pero los británicos están en la posición 14. VisitBritain, un organismo que trabaja en colaboración con el Gobierno y la industria para promover el turismo, quiere así "ayudar desde los hoteleros a los taxistas a proporcionar un servicio más eficiente y útil que tenga en cuenta las necesidades culturales" de los extranjeros. ¿Y qué mejor para ello que tener una idea más clara del visitante y alguna pista sobre lo que no hay que hacer?
¿Quién no ha visto sonreír a un turista japonés? Pero eso no significa necesariamente que el buen hombre esté feliz. "Los japoneses tienden a sonreír cuando están furiosos, avergonzados, tristes o decepcionados", advierte VisitBritain. Además, les puede parecer de mala educación que te dirijas a ellos con las manos en los bolsillos, que les mires a los ojos o que te suenes la nariz.
Si el turista viene de Hong Kong es mejor no guiñarle un ojo porque se considera grosero. Tampoco hay que señalarles con el dedo porque es como si te dirigieras a un animal: hay que hacerlo con la mano abierta. Los chinos de Hong Kong son muy supersticiosos y mencionarles la pobreza o la muerte les puede ofender. Tampoco es adecuado hablarles de pobreza a los mexicanos. Ni de inmigrantes sin papeles o de la guerra de 1845-46 que perdieron contra Estados Unidos y que les significó la entrega de Texas al vecino del norte. Con un brasileño es mejor no hablar de cosas personales como edad, salario o algo parecido a un elogio a Argentina.
A un árabe le molesta que le digan lo que tiene que hacer y le encanta que les demuestren un cierto conocimiento de su cultura: nunca le preguntes si quiere bacón con los huevos del desayuno ni le sirvas vino aunque esté incluido en el menú.
No le llames americano a un canadiense ni le des las gracias a un chino cuando te haga un cumplido: hay que demostrar humildad. "Los chinos son famosos por comunicarse diciendo las cosas sin decirlas. Tendrás que aprender a leer entre líneas. Usa solo blanco y negro en las presentaciones gráficas porque los colores tienen significados importantes en la cultura china", dice el texto.
Los españoles son de carácter fuerte, muy expresivos, habladores, directos y francos. "Tienden a hablar muy rápido y muy alto y el tono suena imperativo, aunque eso no significa que intenten mostrar superioridad o enfado", advierte el manual. Lamentablemente, aunque hablan mucho, solo uno de cada cuatro es capaz de mantener una conversación en inglés por lo que es muy conveniente que los folletos informativos estén traducidos al castellano. Sobre todo si hay versiones en italiano y japonés.
Los españoles, añade la guía, disfrutan comiendo y fuman como carreteros pero beben menos de lo que se podría esperar de un país que produce tanto vino. Les encanta contar chistes y reírse de sí mismos. Su ancestral machismo está declinando y España es hoy "una sociedad muy igualitaria".
Los portugueses, en cambio, se manejan bien en inglés y si algo les molesta es ser considerados una rama de España. Son nostálgicos, tolerantes, acostumbrados a enfrentarse a otras culturas y es difícil ofenderles. No son muy calurosos y expresivos "pero si te dan los buenos días es porque lo sienten de verdad". Para ellos las apariencias son importantes y les gusta vestir bien. Su sociedad está muy jerarquizada y respetan la autoridad, pero eso significa también que esperan que les traten con respeto.
A los franceses no les cuesta nada criticar pero hay que ser pacientes con ellos. También en la mesa: nunca hay que retirar el pan hasta el final y si piden agua no les traigas un vaso, sino una jarra. Ah, ¡y sin hielo ni limón!
No pierdas los nervios delante de un alemán porque es señal de debilidad; levántate cuando entra una persona mayor en la habitación; no grites; no pongas los pies encima del sofá o de la mesa; no masques chicle en público; no hables con las manos en los bolsillos y cuidado con el uso de los dedos: señalar con el pulgar hacia arriba en señal de aprobación es de mala educación y apuntar a tu propia sien con el índice es un insulto. ¿Y dónde no?
Vía El País
No hay comentarios:
Publicar un comentario