Las cadenas de televisión e incluso los anunciantes que hagan uso de un personaje icónico deben valorar la idea de tener en su poder las cuentas de twitter (o de otras redes) de sus personajes principales.
Sino pongamos el ejemplo de Mad Men, la serie de la cadena americana AMC sobre publicistas neoyorkinos de mediados del siglo XX.
Resulta que algunos fans habían abierto en twitter (como podría haber sido en cualquiera de las otras herramientas de medios sociales como Facebook o Tuenti), una cuenta a nombre de Don Draper, el protagonista de Mad Men, entre otros personajes, donde se daba información sobre sus vidas que poco o nada tenían que ver con lo que acontecía en la serie. La AMC se cabreó, ellos sabrán por qué, y pidio a Twitter que retirase esas cuentas. En vez de ver el provecho y la promoción que los fans de la serie hacían a la misma vía herramientas sociales, lo vieron como un problema injustificado, volviendo a tácticas propias de la prehistoria, cuando no existía la web 2.0, y la cadena controlaba toda la información que salía sobre sus productos.
Como era de esperar, el revuelo que se montó ante semejante censura corrió por la red y las voces en contra empezaron a ser tantas que se produjo el efecto boomerang, y la cadena, a través de su agencia de marketing, recalculó y pidió a Twitter que no hiciese caso a la petición lanzada.
Vía ETC
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